CAMINOS (un cuento de sueños y estrellas)

Autor: Jorge Zambonino Rubio

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Esta es la historia de una chica y un chico, ella busca nuevos caminos, él sigue en el mismo. Entre estos caminos hay sólo uno conocido, del cual alguien ha hecho la entrada a un reino. Ella no quiere ir porque es un camino que ya lo probó antes, siguió rumbos distintos; se perdía, buscaba y no encontraba nada.

Él, en cambio no buscaba nada, solo quería avanzar buscando metas, reflexionando, escribiendo historias.

Ella terminaba un camino y empezaba otro. Pasando el tiempo tomó un camino. Éste era muy fácil, como si estuviera hecho para ella, se le hacía conocido por alguna razón pero era distinto a todos los que había tomado.

Cuando llegó a la mitad de éste, se encontró con él, y él le pregunto a ella “¿Qué haces aquí?” y ella dijo “Tomando un nuevo camino”. Después ella preguntó “Y tú por qué estás regresando?, ¿Ya se te acabaron las esperanzas?”, él le dice “No”. Insistiendo ella le dijo “Entonces, ¿por qué regresas?” “Porque fui a buscarte” respondió él.

Ella dijo “Entonces has estado de camino en camino buscándome” “No”, dijo él. “Yo seguí en el mismo camino hacia adelante, terminé con él. lo arreglé, lo adorné, lo cambié para ti”. Continuó él, “¿O acaso no te fijas en esas notas escritas en las orillas donde están las estrellas que yo bajé para ti?, sólo que ahora son soles para ti”.

En ese momento ella lo abrazó, lloró y dijo “Me perdí de cómo construías todo esto para mí”. Él le respondió “No te perdiste nada, ahora es cuando todo empieza porque cada sueño que ves en este muro pintado es para ti y te lo regalo, ahora acompáñame al final de él, para que mires todas las sonrisa que para ti he dibujado”.

Ella no entendió a qué se refería y él le dijo “No te mueras de la curiosidad, ya lo vas a ver”.

Pronto llegaron sin dificultad porque a pesar de que ese camino parecía nuevo, ella ya lo conocía solo que en él ya no había los obstáculos que encontró en el pasado ni ese gran túnel en el que estuvo por tanto tiempo ni la gran roca que evitó que siguiera avanzando. Cuando llegaron a ese sitio de sonrisas pintadas, se encontraban los cuadros de las cosas que más le hacían feliz a ella; momentos que se le ocurrieron. Cada uno de ellos cobraba vida al entrar, y así pasaron años visitando cuadros y pintando nuevos, hasta que llegaron al último cuadro en el que ella estaba acostada con él en una cama, ya muy viejos. Él la abraza y le dice “Yo no te repetía muchas veces que te amaba porque quería que llegue este día”, la abrazó de nuevo y le dijo “Yo siempre te amé”. Él cerró sus ojos y no despertó, poco después ella hizo lo mismo, y el cuadro se selló para la eternidad.